jueves, 25 de diciembre de 2014

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Los niños son lo que los adultos quieren hacer de ellos, rara vez son ellos mismos.

viernes, 14 de noviembre de 2014

Yo no te conozco y ya te echaba de menos

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Cuando supe que iba a verte me invadieron los nervios. Pero ni siquiera eso fue capaz de tapar la cara de idiota que se me pone cuando me gusta tanto alguien. Quería verte con todas mis fuerzas pero el miedo me superó y entonces nada. De un segundo a otro, la noche del viernes 14 de noviembre iba a quedarme en casa, estudiando como lo había planeado. Era semana de parciales, la última de clases; esa semana clave del cuatrimestre. Y aún así había renegado de eso porque cuando me propusiste vernos tiré todo a la mierda, no pude y no quise decirte que no, que mejor lo dejábamos para la semana siguiente.

Y entonces la cara de idiota se me borró y me llené de bronca conmigo misma. Bronca por haber dejado escapar una oportunidad que quizás nunca vuelva. Porque quería (y todavía quiero) verte más que cualquier otra cosa, sin importar lo que pasara después. Después me sorprendí a mi misma llorando. ¿Estás llorando idiota? ¿Por alguien que es casi un desconocido? Sí, porque por estos días sos lo único en lo que puedo pensar; estoy tonta, idiota, desconcentrada por completo. Eso es lo que generas en mí. Es tanto para tan poco tiempo que me asusta demasiado.

jueves, 13 de noviembre de 2014

If this is love you've got to give me more

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Y si sos un pelotudo, más que escucharlo de boca de gente que no te conoce, necesito enterarme por mi cuenta antes de dejarte ir.

miércoles, 12 de noviembre de 2014

Llegaste justo cuando había dejado de buscarte

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No importa cuanto intentes forzar algo con una persona. Si te habla siempre, una y otra vez, y la rema incansablemente, y vos tratas de querer que las cosas funcionen, no importa. No importa, porque basta un segundo para que llegue alguien que te mueve el piso y se vaya todo al carajo.

martes, 14 de octubre de 2014

Believe it or not

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A veces pareciera que nada me toca. Que nada me hace bien ni nada me hace mal. Me esfuerzo en no demostrar nada a nadie. O tal vez no. Tal vez me salga naturalmente. Pero la realidad es que no es así; más bien todo lo contrario. Siento las cosas como todos. Lo malo me entristece, me enoja, me estruja el alma. Lo bueno me hace reír a carcajadas, me pone feliz, me da ganas de ponerme a saltar por todos lados. 

Por alguna razón, la vida me enseño a ponerle cara de póquer al asunto. Como todo, tiene su lado bueno y su lado malo. No tener el coraje para dar un abrazo a un amigo, por ejemplo, eso lo detesto. No puedo abrazar ni decir te quiero. Siempre dije de mi misma que soy "totalmente reacia a las muestras de cariño". A veces me odio por eso.

viernes, 21 de febrero de 2014

Estas son las mierdas de la vida

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Necesito que alguien me recuerde que fallar está bien porque nadie es perfecto; alguien que me anime a seguir, que me diga que un parcial desaprobado no significa que tengo que tirar todo a la mierda y cambiar de carrera. 

Creo que necesito recordarme a mí misma porque elegí estudiar esto y en algún lugar dentro de mí se que tomé esa decisión porque estoy convencida de que lo voy a lograr, que voy a salir de acá con más de un parcial desaprobado, un poco más loca de lo que estoy, con mil horas de sueño menos pero voy a conseguir convertirme en la profesional que quiero llegar a ser. Pero necesito recordarlo porque juro que la angustia es tan grande que me dan ganas de tirar todo a la mierda. 

El común de la gente dirá que no es para tanto, que es un parcial, que no puedo dejarme la vida y los días adentro de la facultad pero cómo se hace cuando la lucha por ser la mejor en todo lo que hago está ahí, siempre latente. Sólo quien dedique tantas horas de su vida a sentar el culo en una silla y romperse el alma como lo hago, quién aspire a ser mejor va a entender lo que digo. Los demás, pueden ahorrarse el 'sos una pelotuda, no podes ponerte así porque te haya ido mal por primera vez en tu vida' porque no lo entienden. 

Son casi las doce de la noche de un viernes y acá estoy, estudiando de nuevo, preguntándome si no estudié ya lo suficiente, replanteándome todas las horas de mi verano dedicadas a esto. En estos momentos me acuerdo de una amiga de la secundaria, que dedicaba varias horas al estudio y aún así le iba mal. Ella estudiaba, soy testigo de eso; pero no se cómo ni por qué, no aprobaba. Y ahora lo siento. No la entendí entonces, ahora lo hago. Aceptar que a veces, por mucho que se nieguen a afirmarlo, el esfuerzo no siempre tiene sus frutos.