lunes, 5 de octubre de 2015

"Hola, ¿qué tal?", tu sonrisa y perdí por goleada

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Un día, hace un tiempo, alguien me dijo que le gustaba mi sonrisa. Todavía, y aunque esa persona seguro ya no lo hace, me acuerdo con exactitud de mis palabras: "nunca le vi nada de especial a mi sonrisa"; en respuesta me sugirió que me mirara en el espejo y lo hice. Me paré a mirarme y le confirmé que mi sonrisa no tenía nada de especial. Y es verdad: a pesar de que amo sonreír, cuando me miraba en el espejo veía una sonrisa igual a cualquier otra. También es verdad que en ese momento mucho no le creí, lo tomé como un cumplido de alguien que quiere que te sientas especial aunque no lo seas. Y puede que realmente haya sido un cumplido o puede que no, puede que haya sido muy sincero. De cualquier modo, la realidad es que acabé por creerlo. Y aunque ese alguien probablemente nunca lo sepa, es el culpable de que hoy me mire en el espejo y me guste mi sonrisa... sobre todo porque alguna vez alguien sonrió de vuelta.