viernes, 3 de abril de 2015

Aunque todavía no lo quieras ver

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Hoy tengo que dejarte porque no me haces bien. Porque me duele quién sabe donde darme cuenta de que en tu vida soy un cero a la izquierda y que por mucho que quiera, siempre lo voy a ser. Porque entendí que siempre se hizo todo a tu manera: dónde, cuándo y cómo vos quisiste. Y que yo simplemente me limité a correr atrás tuyo, casi inconscientemente, sin darme cuenta de que lo único que estaba haciendo era alimentar tu ego. Lo único que importa: tu puto ego. VOS, VOS Y MÁS VOS. Y siempre fue así, es sólo que yo no supe o no quise verlo. No quise ver que lo que te importaba no era verme sino sentir la satisfacción de saber que yo tenía ganas de verte y de que iba a aceptar tus condiciones de cualquier manera. Boluda yo, y de las importantes. Nunca lo ví, siempre lo hice desinteresadamente. Porque sí, puede que tuviera ganas de verte pero creeme que nunca fueron tan grandes como vos quisiste creer. No te quiero y no te extraño. Y deteste cada oportunidad que aprovechaste para preguntarme cosas como esa. Pero aún así me duele sentirme un punto insignificante en tu vida, por no decir nada. Me duele porque me hubiera gustado tenerte en mi vida. Lo que me causa más dolor es la idea que me hice de lo que hubiéramos podido ser y no fuimos. Porque hoy te dije basta, hasta acá llegué... aunque todavía no lo quieras ver.